Contaba mi abuela que por el bosque de Chapultepec en las noches se veían volar bolas de fuego, de un lugar a otro, de arriba abajo, de derecha a izquierda y viceversa. Al igual que por entre las milpas, y según la creencia de esos días, esa era la forma en que las brujas se manifestaban.
Entre sus conocidos, un hombre con quien mi bisabuelo tenía amistad le contó la historia de un familiar que descubrió que estaba casado con una bruja, y la historia es la siguiente.
Este hombre como todos, acababa de regresar de la revolución, venía derrotado, sin dinero y solo con una joven mujer a cuestas, esa había sido la recompensa por su lucha, pero al menos estaba con vida. Regreso y se estableció en un lugar algo apartado de la ciudad, y eligió Tacubaya, (lo que hoy se conoce como la col. San Miguel chapultepec) así sin más comenzó una vida nueva, fueron muchos años que estuvo muy tranquilo. Aunque nada sospechaba todas las noches su mujer le daba a beber té de hojas de naranjo o limón, para que, según ella, durmiera más tranquilo. Y efectivamente, ese hombre dormía como bebé hasta la mañana siguiente, como era de esperarse los amigos, entre ellos el conocido de mi bisabuelo Pedro, comenzaron a molestarlo diciendole que su esposa le ponía algo en esas bebidas para que se durmiera y ella pudiera verse con su amante. Los más se atrevieron a insinuar que era una bruja.
Fueron tantos los dimes y diretes que dejó de tomar esos tés, fingió dormir profundamente por varias noches, hasta que en una de ellas sintió como su esposa salía de su petate y la casita y se encaminaba a la cocina, hecha de madera, la siguió sin que ella se diera cuenta. Miró como avivaba el fuego de la hogaza y lo que vio a continuación lo dejo helado del susto.
La oyó hacer una especie de oración, y mientras hacia esto, se quitaba, los ojos, brazos y piernas y cruzados los escondía junto al fogón para mantenerlos calientes, y de un ayate sacó los ojos de un gato, las alas de un zopilote y las patas de un gallo y se los puso en lugar de sus miembros. Aterrado aquel hombre no supo que hacer y regreso a su petate pensando que todo había sido una pesadilla.
A la mañana siguiente intento continuar su vida como si lo visto la noche anterior hubiese sido un mal sueño. Noche tras noche dejó de tomar esas infusiones y decidido a todo, la siguiente vez que su mujer salio de su casita, la siguió.
Nuevamente miró como su mujer continuaba con su transformación pero esta ocasión se escondió y dejo que saliera para ver como se comportaba ya como bruja, en su relato hecho al conocido de mi bisabuelo, le dijo que salió de la cocina y como una gallina trepo hasta el techo de aquel cuartito y sacudiendo sus alas emprendió el vuelo envuelta en una flama naranja y se alejo; armándose de valor y rezando a todos sus santos fue hasta el fogón y sacó los ojos, los brazos y las piernas de su mujer y se los llevo para esconderlos en otro sitio. Se sentó ahí a esperarla.
Ella regreso poco antes del amanecer, y como una gallina entró a la cocina, entonces él apareció en la puerta sorprendiéndola; según cuenta, ella empezó a saltar como una gallina asustada, revoloteando por aquel cuartito de madera, y entonces el le dijo:
- Quieres tus partes que te faltan bruja??!! pues no las vas a tener y así te vas a quedar para siempre...
Y sin más tomó su machete y la mató.
Según los allegados, conocidos y familiares, que llegaron cuando este hombre aviso que había matado a una bruja, vieron el cuerpo de un zopilote descuartizado a machetazos, pero que los ojos los brazos y las piernas que hallaron en el ayate si eran de una persona.
Nunca más volvieron a ver a la mujer de ese hombre que, según nos contó la abuela, se tiró a la bebida, y que todas las noches cuando se veían esas bolas de fuego volar por entre los arboles del bosque de Chapultepec o entre las milpas les gritaba que le regresarán a su esposa.
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