martes, 14 de marzo de 2017

Los inicios

Los Abuelos, mis queridos viejos, tan resistentes, tan sabios, tan perceptivos; creo que habiendo vivido en los años que vivieron, allá por inicios del siglo XX, fueron mas susceptibles a muchas cosas que hoy en día pasan desapercibidas para la mayoría de la gente.

Nacieron justo cuando la Revolución Mexicana declinaba, por lo cual conocieron un México que gracias a sus platicas, reconozco. Uno, mi abuelo, nacido en las costas del Golfo de México, en Tampico para ser exactos, conoció la huasteca tamaulipeca tal y como la vemos retratada en las peliculas de antaño. La otra, mi abuela, nacida en Tacubaya donde pasó toda su niñez y parte de su juventud.

En el tiempo de la post-revolución mi abuela Esperanza, así se llamaba y que en paz descanse, Tacubaya era un pueblo en las afueras de la ciudad de México, nos platicaba que andaba descalza por entre las parcelas que había a lo largo y ancho de lo que hoy es el panteón Israelí, y que por la parte de las 3ra sección del bosque había una serie de barrancas y minas.

Y justo en esas barrancas y minas tiraban cuerpos o fusilaban a hombres y mujeres que eran señalados como participes de las hordas revolucionarias, así como también en lo que ahora conocemos como el Panteón de Dolores, realizaban fusilamientos en paredones que hoy delimitan dicho camposanto con Avenida Constituyentes; por toda esas zonas mi abuela jugueteaba de niña, y justo ahí comenzó ella su conocimiento de los hechos sobrenaturales que la acompañaron toda su vida y que dejo como legado a hijos y nietos.

Dado que los cuerpos de los fusilados y condenados no eran reclamados en la mayoría de las veces por familiares, era fácil que los "tiraran" en algunas barrancas de la zona, por lo cual, contaba mi abuela, no era extraño encontrarse con las almas de estos, vagando por entre las minas, y a ella le toco ver un par de estas.

Y la historia comienza...


Foto Editorial Porrúa, 1991.




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