miércoles, 15 de marzo de 2017

Las almas de dos revolucionarios

A mediados de 1920 mi abuela recorría las parcelas, bosques, barrancas y minas de la zona de Chapultepec y Tacubaya. Vivía con su papá y abuela paterna, siendo hija única; ya que todos sus hermanos murieron casi al nacer, no contaba con quien jugar puesto que apenas y había una que otra casita y muy pocos niños, así que sus andanzas, juegos y travesuras las tenía en solitario.

Cuenta que en uno de esos paseos por las barrancas que se encuentran frente a lo que hoy es el Lienzo Charro de Chapultepec, llegó hasta unas minas (o cavernas) naturales que allí había y de entre uno de esos hoyos vio salir a un hombre, vestido con pantalón café camisa sucia de tierra y ensangrentada, ella asustada se escondió para evitar que la viera y pudiera hacerle algún daño, no era raro que en esos  parajes un hombre violentara a una mujer o niña; por lo que cuenta que se escondió tras una roca sin perderlo de vista, y fue cuando lo miro muy detenidamente, por el frente y la espalda se veían los orificios en su camisa llenas de sangre, él caminaba con paso lento, cabizbajo. La tristeza con la que caminaba asombro a mi abuela, decía que ella podía sentir esa tristeza, y así como apareció ese hombre, de un de repente desapareció.
Aun a pesar de estarlo viendo, a plena luz del día se esfumo ante sus propios ojos; asustada corriendo fue hasta la casa donde su abuelita la estaba esperando ya para comer. Mi abuela le contó lo que había visto y fue su abuela la que le dijo que había visto el alma de un hombre que días antes habían tirado en ese paraje después de haber sido fusilado en el paredón del Panteón Dolores. Ya antes mucha gente mayor lo había visto vagar por esa zona, decían que era el alma de ese hombre que buscaba su cuerpo, pero que triste volvía una y otra vez cuando lo veía putrefactarse a la intemperie. Mi abuela no recuerda haber visto ningún cuerpo por ahí tirado. Pero esa era la creencia y la explicación que en ese tiempo le daban a la aparición del alma de aquel hombre.





El segundo fantasma que mi abuela Esperanza vio, también fue cerca de una mina, en donde todas las tardes cuando empezaba a caer la noche, dos hombres, con sombrero zapatista y zarapes, salían de uno de esos hoyos y tristemente se sentaban a las afueras de la caverna. Pensando que tal vez eran dos vagabundos que se refugiaban en esas cavernas, nadie los molestaba. Pero en una ocasión su padre de mi abuela, mi bisabuelo Pedro Villanueva, luego de una tarde de amigos y ya de regreso a casa, los vio, con el animo de seguir la fiesta se fue acercando a ellos en busca de más pulque, pero cual fue su sorpresa cuando, al llegar al lugar donde los había visto sentados, no encontró a nadie. Sin pensarlo mucho se fue corriendo a la casa y le contó a su madre, mi tatarabuela Santos Salazar, lo que le había sucedido.

Mucho tiempo después varios hombres que regresaban de laborar en el campo también pasaron por ese sitio, y de igual manera se acercaron a ellos para ver si les regalaban un poco de agua y de la misma forma cuando llegaban al sitio donde los veían sentados, ya no había nadie.

Esas mismas sombras las vio mi abuela, cuando regresaban ella y mi bisabuela de una venta de verduras y maíz que habían cosechado de sus parcelas, ella cuenta que solo se veían dos sombras negras, que no mostraban la cara, que solo se veían envueltas en el zarape, sentados, agachados con los sobreros tapando sus caras, pero en esa ocasión, mi tatarabuela ya no se acerco, se alejaron y siguieron su camino

No hay comentarios.:

Publicar un comentario